
Repensar el presente para regenerar el futuro
La Universidad Austral organizó el evento “Diseño e innovación para la circularidad”, un espacio que convocó a especialistas, emprendedores y representantes del sector académico para reflexionar sobre los desafíos y oportunidades que plantea el diseño en la construcción de una economía circular.
Desde el inicio, la jornada se enmarcó en una perspectiva transformadora: no se trata solo de gestionar residuos o reciclar materiales, sino de replantear profundamente la forma en que producimos, consumimos y convivimos con los recursos del planeta. Así lo expresó Gabriela Soler en su charla sobre el “Diseño ecosistémico”, donde recordó que si toda la población mundial viviera como en los países más desarrollados, necesitaríamos tres planetas para sostener ese nivel de consumo.
De la economía lineal al pensamiento sistémico
Uno de los puntos centrales del evento fue el análisis crítico de la economía lineal, modelo dominante basado en la secuencia extracción-producción-consumo-descarte. Este esquema conduce al agotamiento de recursos, pérdida de biodiversidad, generación de residuos peligrosos y una creciente desigualdad social. América Latina, por ejemplo, exporta cerca del 40% de sus recursos naturales, pero menos del 1% de ellos vuelve a integrarse mediante reciclaje o reutilización local.
En contraposición, la economía circular se propone como una alternativa sistémica y regenerativa. Inspirada en los principios de la naturaleza, donde no existen los residuos sino los ciclos, este enfoque busca cerrar los flujos de materiales, energía e información para regenerar tanto el capital natural como el social. Según la norma ISO 59004, la economía circular es “un sistema económico que utiliza un enfoque sistémico para mantener un flujo circular de recursos, regenerando, reteniendo o agregando valor, al tiempo que contribuye al desarrollo sostenible”.
Este nuevo paradigma no se limita al reciclaje: propone estrategias como el ecodiseño, la logística inversa, la simbiosis industrial, la recuperación de energía y materiales, y la regeneración de ecosistemas.
Ecodiseño: diseñar para no desechar
Uno de los ejes más potentes de la jornada fue el del ecodiseño, entendiéndo no solo como una técnica, sino como un modelo de pensamiento estratégico que incorpora variables de triple impacto desde las primeras etapas del diseño. A partir de los lineamientos de la norma ISO 14006, se planteó que el ecodiseño debe considerar todo el ciclo de vida de un producto o servicio, desde la selección de materiales hasta su disposición final, buscando minimizar impactos negativos y maximizar beneficios.
Se presentaron herramientas como la rueda del ecodiseño circular y se destacaron ocho estrategias clave: integrar el pensamiento de ciclo de vida, evitar la generación de residuos, colaborar en redes de valor, incorporar visión de largo plazo, y garantizar trazabilidad mediante información adecuada, entre otras. Todo esto implica un cambio de mentalidad, tanto para diseñadores como para empresas, instituciones y consumidores.
Se hizo especial énfasis en el rol de la innovación social como motor de transformación. Diseñar no solo para resolver problemas ambientales, sino también para mejorar la calidad de vida, reducir desigualdades, garantizar derechos y fomentar el “buen vivir”. La circularidad, desde esta perspectiva, se convierte en un camino hacia la justicia ambiental y social.
Emprendimientos circulares argentinos
En el evento se abrió el espacio para que se presenten casos concretos de innovación circular desarrollados en Argentina. Estos proyectos demostraron que es posible crear productos y servicios sostenibles, regenerativos, económicamente viables, y sobre todo innovadores.
Fungipor: packaging vivo a base de micelio
El primer caso fue el de Fungipor, un emprendimiento que utiliza micelio, la estructura vegetativa de los hongos, para fabricar envases compostables. El proceso parte de residuos agrícolas como la paja de poroto (muy abundante en los valles de Lerma, Salta) que sirven de sustrato para el micelio. Luego, a través de moldes impresos en 3D, se crean envases adaptados a productos específicos, con estética cuidada y un fin de ciclo definido: luego de su uso, pueden ser compostados en menos de 180 días.
Este enfoque cierra el círculo desde el origen hasta el fin de vida, integrando residuos locales, biotecnología, diseño funcional y los principios de economía circular. El material es completamente natural, local, biodegradable y con baja huella de carbono. Incluso se utilizan tintas orgánicas y cuentan con certificaciones como producto argentino sustentable. El diseño se inspira directamente en la biología, convirtiendo desechos en valor regenerativo.
Etiquetas inteligentes para alimentos
La Dra. Silvia Flores presentó el desarrollo de packaging activo e inteligente a base de biopolímeros como almidón de mandioca y celulosa, con aditivos naturales como aceites esenciales, antimicrobianos y pigmentos vegetales. Estos materiales buscan prolongar la vida útil de alimentos, informar al consumidor sobre el estado del producto y ser compostados sin generar residuos persistentes.
Activos: contienen antimicrobianos naturales (aceites esenciales, extractos vegetales, nisina, natamicina) que evitan el deterioro microbiano y la oxidación de lípidos.
Inteligentes: incluyen pigmentos naturales (por ejemplo, de repollo o remolacha) que cambian de color ante alteraciones del pH, como signo de descomposición.
Aunque todavía están en fase de desarrollo, se mostraron prototipos funcionales de películas inteligentes capaces de alertar al consumidor si un alimento ha comenzado a deteriorarse, por ejemplo. Además, estos envases son totalmente biodegradables, de bajo impacto ambiental, y permiten valorizar subproductos agroindustriales. Este enfoque combina ecodiseño, bioeconomía y tecnología para contribuir a la seguridad alimentaria y reducir desperdicios.
Cuero de hongos: innovación biomaterial
Leonardo Majul compartió su experiencia en el desarrollo de cuero a base de micelio, utilizando especies como Pycnoporus sanguineus. Este biomaterial presenta propiedades similares al poliuretano, siendo aislante, ignífugo, acústico y estéticamente versátil. Aunque aún en fase experimental, el cuero fúngico muestra gran potencial para aplicaciones en moda, calzado y diseño industrial, aunque enfrenta desafíos técnicos como el reemplazo total de materiales derivados del petróleo.
Majul explicó tres tipos de materiales derivados del micelio:
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Aglomerados: a partir de sustratos agrícolas + micelio, para placas o envases.
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Micelio puro: más costoso y delicado, con textura similar al cuero.
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Tecnologías híbridas: intermedias entre ambos, ideales para aislamiento.
Este caso visibiliza cómo el diseño de biomateriales puede reducir la dependencia de insumos fósiles, aprovechar recursos locales y abrir oportunidades innovadoras en la industria textil y del diseño.
Sorbetes de trigo: de la paja al producto
Finalmente, Francisco De Stefano presentó PAJA, un emprendimiento que fabrica sorbetes a partir de tallos de trigo, respondiendo a dos problemas simultáneos: la contaminación por plásticos de un solo uso y la deforestación asociada a los sorbetes de papel y cartón. Tras dos años de investigación y desarrollo, PAJA se convirtió en la primera fábrica de sorbetes de trigo en América Latina.
El proyecto se distingue por:
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Utilizar tallos de trigo descartados como materia prima.
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Haber creado su propia maquinaria automatizada para la producción (ya que la tecnología existente era manual).
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Desarrollar variedades de trigo con tallos más largos para mejorar el rendimiento del producto.
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Aplicar una lógica de producción circular y local: producen tanto el trigo como los sorbetes.
El nombre “PAJA” fue elegido por su fuerza comunicacional disruptiva y su relación directa con el insumo, demostrando también la importancia del diseño de marca y marketing en los emprendimientos sustentables.
El resultado es un producto orgánico, compostable, resistente y fabricado en su totalidad en el país, con fuerte impacto social al generar empleo local. La empresa promueve hábitos de consumo consciente y representa un modelo de triple impacto: ambiental, social y económico.
Diseñar el cambio
Los casos mostrados no sólo ilustran la viabilidad técnica del diseño circular, sino que demuestran que es posible innovar desde lo local, con materiales simples, escalabilidad y propósito social. Rediseñando la relación entre humanidad y recursos, creando ciclos virtuosos en lugar de cadenas de descarte.
La circularidad no es solo una estrategia técnica, sino una oportunidad histórica para repensar la forma en que habitamos el planeta. El diseño, entendido como herramienta crítica, creativa y colaborativa, puede ayudarnos a anticipar ese cambio, regenerar los ecosistemas, crear valor compartido y construir un futuro donde producir y consumir no impliquen destruir.
El evento cerró con una reflexión profunda: “El cambio es inevitable. La pregunta no es si cambiaremos, sino cómo lo haremos. ¿Tendremos el coraje de cambiar por diseño o esperaremos a cambiar por defecto?”